MARTES 04-12-2018

En esa segunda parte del road trip por los Mercados Navideños, conoceríamos Quedlimburg, Wernigerode y Goslar.

Si bien pocos kms las separaban, aún así debíamos dosificar el tiempo para cada una, las pocas horas de luz no ayudaban y tomar el camino por los Harz restó unos minutos más, pero bien valió la pena.

No quería descartar ninguna, porque sus cascos históricos son de cuento y en todos había Weinachmark 

• Quedlimburg

Ansiaba conocerla desde hace años porque fue escenario de varios film y es tal su encanto que en el año 1994 fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Mis primeros pasos fueron por un sector no muy turístico pero más auténtico…

 

Quedlimburg no es una ciudad próspera económicamente y se nota que sus casas fueron restauradas, pero sin demasiada inversión, como la mayoría de las ciudades que pertenecían a la ex RDA.

Y nos acercamos al corazón de la ciudad, que como en toda ciudadela medieval, se sitúa alrededor de la plaza en la cuál funcionaba el mercado, llamada por este motivo Marktplatz.

Y acá es dónde funciona el mercado navideño, dificultando apreciar los edificios en todo su esplendor.

Habrá que volver en otra oportunidad para observarla sin casetas que entorpezcan la visión?

Las casas entramadas recuerdan las famosas historias relatadas por los Hermanos Grimm, por ej. la casita de golosinas de Hansel y Gretel.

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Este edificio es tan fotogénico que luce perfecto cualquiera sea el perfil elegido.

Si no hay salchichas es porque no estás en Alemania! y después podés ir a tomar un té en esta coqueta confitería.

 

Es tal su encanto que en el año 1994 fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

 

Buscamos nuestro hermoso BMW y continuamos con el plan previsto.

• Wernigerode

No sabía de la existencia de este lugar hasta la investigación para el armado del roadtrip, me cautivó de inmediato y superó mis expectativas cuándo la visité.

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Dejamos el auto en un parking para dirigirnos al Weihnachtsmarkt y conocer al singular edificio del ayuntamiento, una joya arquitectónica del medievo con entramados en piedra y madera.

Según dicen primero fue casa de juego, después palacio de justicia, hasta convertirse en sede de gobierno.

El mercado navideño estaba muy animado, se percibía la alegría de la gente y era contagiosa por supuesto!

Aprovechamos para tomar un chocolate caliente para soportar el frío reinante, porque el Glühwein (vino claiente) no es de nuestro agrado.

En los mercados todas las bebidas se sirven en tazas de cerámica,  con diseños especiales del mercado de Navidad de cada ciudad.

Además del costo de la infusión te cobran una fianza (Pfand, en alemán),  de 1 ó 2 euros, que nos devolverán cuando entreguemos la taza de vuelta.

Queríamos traerlas de recuerdo, pero como estaba sucias, volvíamos al puesto, les pedíamos que nos entregaran una limpia y aceptaban sin pega alguna.

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Es imposible no amar construcciones como ésta… les diría que me emociona profundamente… siento que estoy retrocediendo en el tiempo….

En la calles comerciales el movimiento era intenso, encontramos otro pequeño mercado dirigido a los niños y como en todas las ciudades alemanas, están los tiendas de cadenas y emprendimientos locales.

Y con esta vista del sol ocultándose a las 16 hs, nos despedimos de Wernigerode. 

Sabemos que nos quedaron muchas cosas por ver y hacer, como visitar el hermoso castillo del siglo XIII, perderme por más tiempo en sus callecitas, ver edificaciones medievales que se conservan intactas, al no sufrir daños en la Segunda Guerra Mundial y varias cosas más.

Pero no me importó… porque sentí una enorme conexión con este lugar, sé que volveré y compensaré la falta de hoy.

Lo mismo me pasó con Ancona, en la bella Suiza durante febrero del 2017, es como que dejo excusas para regresar en otra oportunidad.

• Goslar

Con poquísima luz cubrimos los pocos kms del trayecto,  pero la carretera estaba en obras, tuvimos que desviarnos y llegamos a Goslar más tarde aún de lo pensado.

Nos dirigimos al hotel Kaiserof, dejamos el auto en el parking del mismo, llevamos nuestros carry on a la habitación (las valijas siempre quedan en el auto) y salimos hacia el centro.

Los comercios aún estaban abiertos y las calles lucían sencillos adornos lumínicos.

Y llegamos a la plaza del mercado o Marktplatz, dónde estaba la fiesta navideña

Hay unos 80 puestos, mucha gente caminando y consumiendo al igual que en los mercados visitados en este día martes.

Imagino que los fines de semana será más notoria la presencia de visitantes.

A esta altura del viaje llevaba visitados varios mercados, pero el sentimiento de felicidad por estar siendo parte de esta fiesta estaba intacto.

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Esos edificios iluminados, los puestos perfectitos y todos los detalles cuidados para disfrutar del momento, hacían que mi sueño fuera más grato de lo esperado.

El weinachmark de Goslar es famoso, por su singular bosque de Navidad, dentro de la ciudad.

Si, aunque cuesta creerlo, «plantan» 50 abetos en plena Marktplatz y crean un bosque artificial iluminado.

Se ingresa a través de portales como éste y una vez dentro se disfruta de un momento animado.

Hay puestos de bebidas, algunos bancos, mesitas en los troncos y todo lo necesario para crear un ambiente encantador bajo los árboles.

El bosque desde otro punto…

Ollas con Glühwein o vino caliente con especias, bebida tradicional de estas festividades.

Hermoso y típico restaurant en la histórica Goslar, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

Caminados, comimos, bebimos y disfrutamos, era momento de abandonar el weinachmark….

…. y llegar al hotel Kaiserof para poner fin al hermoso e intenso día vivido.

• Recorrido

Este fue el recorrido de hoy:

 

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